Hoy es un día perfecto para... hacer de la vida una obra de arte

                                                                                                                                                                Por: Jorge David Zuluaga


Vivimos quizás los mejores tiempos de la humanidad, pero nuestros sentidos no lo perciben así. Angustias, miedos, estrés y preocupaciones, son los temas que más se reproducen en los espacios de conversación cotidiana

Somos la generación más cualificada, la más informada, la más conectada con el mundo, la que más cosas obtiene, pero también somos la generación que más se nombra desde la frustración, la carencia, la soledad.

El modelo de éxito como el fin último de la vida fracasó porque no nos sentimos bien. La meta de casa, carro y beca que hoy es muy común alcanzar y que tanto replicamos en las redes sociales, los medios de comunicación y los espacios de interacción cotidiana, nos convirtió en una sociedad exitosa pero insatisfecha y deprimida

En ese sentido, la pregunta ontológica ya no es ¿qué quiero lograr?, sino ¿cómo me quiero sentir?. Esto es, una vida que se aparezca como experiencia estética, es decir, ser un artista de la propia vida capaz de crear un estilo con palabras, hábitos, gestos, actitudes, pensamientos, relaciones y propósitos que propician sensaciones bonitas en cada sujeto.

Un artista no es un genio creativo, más bien es una persona sensible. La sensibilidad no es una emoción, ni una cualidad de la persona romántica o enamorada; más bien es una virtud de aquellos que desarrollan una mirada estética de la vida.

Y la mirada estética no es solo una habilidad del sentido de la vista, sino una capacidad que tiene el cuerpo y la conciencia de percibir la realidad como oportunidad de producir un saber,
o como inspiración a construir una experiencia, o como posibilidad de crear un objeto, una
idea o un nuevo acontecimiento bello, así como hacen los artistas.

No hay que ser un artista para construir una mirada estética de la vida, pero sí es importante recuperar la sensibilidad para poder ver diferente, percibir la belleza del mundo y conectar con la luz propia donde fluye la energía y la fuerza inspiracional capaz de crear belleza

Descubrir esa belleza es el primer paso para hacer de la vida una obra de arte. Para ello no hay que esperar tanto mucho ni se requieren muchas cosas. Solo abrirse un poco, soltar tantas expectativas que nos atormentan, sacar espacios para contemplar el mundo y hacer más conscientes las sensaciones que nos permiten sentirnos realmente bien.